Cuando pensamos en un futuro sin emisiones, pensamos en electricidad limpia. Pero que la electricidad renovable vaya a dominar nuestro futuro energético no significa que todo se puede electrificar. Es el caso de la movilidad marítima, aérea o aquella que necesita de vehículos pesados y también de aquellas industrias que son muy intensivas en calor y que hoy utilizan combustibles fósiles (sobre todo, gas natural).

Es aquí donde entran en juego los gases renovables, que juegan un papel clave en la descarbonización. Entre ellos, el biometano, un combustible renovable obtenido de la transformación de desechos biológicos, lodos de aguas residuales o residuos orgánicos domésticos e industriales.

Tal como lo definen desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España, “el biometano es un gas combustible con una elevada concentración de metano, que se obtiene a partir del biogás o del syngas (o gas de síntesis)”. Sus principales características son estas:

  • Composición química y poder energético similar al del gas natural, por lo que puede emplearse en los mismos usos.
  • Totalmente renovable, ya que el biogás del que procede se origina a partir de desechos biológicos, cultivos energéticos, lodos de aguas residuales o residuos orgánicos domésticos e industriales.
  • Contribuye al desarrollo de la economía circulary favorece la transición hacia un sistema energético bajo en emisiones de dióxido de carbono (CO2).

La European Biogas Association estima que para 2050 se podrán producir más de 1.000 TWh de biometano al año, suficientes como para cubrir toda la capacidad de almacenamiento de energía del sistema gasista europeo.