“El gas natural, como combustible de transición hacia una economía neutra en carbono, debe jugar un papel muy importante. En primer lugar, a día de hoy es el único combustible capaz de sustituir a los productos de origen petrolífero en términos de competitividad económica y, además, con ventajas medioambientales en el segmento del transporte pesado. Además el gas natural es una vía de entrada de gases renovables como el biometano y el hidrógeno, vectores energéticos que se adivinan fundamentales de cara a la transición energética”.

¿Qué papel debe jugar el gas natural y los gases renovable como el biometano y el hidrógeno en la transición energética y en la movilidad sostenible?

El gas natural, como combustible de transición hacia una economía neutra en carbono, debe jugar un papel muy importante. En primer lugar, a día de hoy es el único combustible capaz de sustituir a los productos de origen petrolífero en términos de competitividad económica y, además, con ventajas medioambientales en el segmento del transporte pesado. Hay que tener en cuenta que el coste total del ciclo de vida de una cabeza tractora de gas natural licuado (GNL), por ejemplo, constituye una solución económicamente más atractiva que la equivalente diésel.

En segundo lugar, y más importante con vistas al largo plazo, el gas natural es una vía de entrada de gases renovables como el biometano y el hidrógeno, vectores energéticos que se adivinan fundamentales de cara a la transición energética y cuya influencia transciende el ámbito de la movilidad. De cara a las próximas décadas, estos gases renovables tienen la potencialidad de habilitar la integración de las energías renovables, facilitando el acoplamiento entre la generación y el consumo al poderse transportar y almacenar, incluso estacionalmente y a largo plazo. En el lado del consumo, tienen la capacidad de descarbonizar sectores que de otra manera tienen muy difícil la reducción de emisiones, como es el transporte pesado por carretea o el transporte marítimo.

¿Cuáles son los principales objetivos que contempla la Estrategia Energética de Euskadi 2030 (3E2030)?

La Estrategia Energética de Euskadi, como cualquier estrategia que se precie, busca tener una visión a largo plazo del horizonte y de los escenarios energéticos, algo que no suele ser fácil de diseñar y que incluso se ha visto que puede tener disrupciones imprevistas, como lo que ha sucedido con el precio del petróleo en esta crisis del Covid-19. En cualquier caso, una agencia energética que se mueve desde una perspectiva pública debe tener un plan para saber dónde enfocar sus apuestas tecnológicas, sus compromisos con el sector y sus propias inversiones, y eso es lo que pretende la 3E2030. Y lo hace a través de planteamientos como seguir profundizando en la eficiencia y lograr un ahorro energético del 17% (que en el caso de la Administración vasca sube al 25%), aumentar la competitividad de las empresas vascas, centros tecnológicos y de investigación, o alcanzar el 25% de fuentes alternativas en el transporte por carretera para ir alejándonos de la dependencia de este sector hacia el petróleo y contribuir así a la descarbonización. Y en lo que respecta al impulso de las energías renovables, algo que forma parte de la identidad del EVE desde su creación –pronto hará 40 años- los objetivos que plantea la Estrategia Energética ya se han visto superados y la voluntad del Gobierno Vasco es  la de acercarnos al listón del 32%.

¿Qué medidas prevé abordar el Gobierno Vasco para promover un modelo de económica circular que fomente la generación de gas renovable con los residuos orgánicos generados en Euskadi?

En Euskadi hace muchos años que está presente el aprovechamiento energético y también agronómico de la biomasa residual, pero en estos últimos años, ciertamente, se está produciendo un cambio en lo que se refiere a la tipología de valorización energética de los residuos orgánicos. Ese cambio está relacionado con el biometano, que puede definirse como gas natural de origen renovable, puesto que su composición y características son similares a las del gas natural fósil.

En este momento estamos estudiando el potencial de generación de biogás mediante digestión anaerobia en distintos sectores (vertederos de RSU, FORSU, residuos de industrias agroalimentarias, residuos ganaderos, lodos de EDAR, etc.), así como las posibilidades técnicas y económicas de su conversión a biometano para inyectarlo a la red de gas o ser utilizado en automoción como el gas natural vehicular (GNV).  Tenemos sobre la mesa varios proyectos en los que estamos trabajando. Al fin y al cabo, se trata de fomentar una generación distribuida de una energía renovable y estimamos que el margen de desarrollo es amplio.

El esquema bajo el que estamos trabajando es la colaboración entre los sectores público y privado, que sin duda nos parece el más idóneo para abordar este asunto. Las cuestiones a manejar son diversas, hay incógnitas de todo tipo y las inversiones a efectuar tienen cierta relevancia, porque, en el estado actual de la tecnología, los equipos de purificación y enriquecimiento de biogás para su conversión en biometano, son caros y además hay otros costes asociados (compresores, equipos de medida, etc.). Pensamos que los proyectos energéticos tienen que tener sentido económico, pero al mismo tiempo, como agencia pública que somos, siempre tratamos de cuidar el aspecto social de la actividad.